
En uno de los giros y bandazos, el gigantón gruñe molesto. Se le ha abierto una de las heridas de bala del costado.
¡Eso es! ¡Justo lo que necesito! Necesito una meta, un objetivo próximo, en el que centrarme, algo en lo que realmente pueda tener algo que ver, y olvidarme de todo lo demás.
Me inclino sobre el hombretón y empiezo a retirar las gasas improvisadas, a presionar la herida, me arranco la otra manga de la blusa para hacer un nuevo vendaje. Tengo que concentrarme, me tiembla el pulso, poco a poco me voy tranquilizando, he nacido para hacer ésto, hice un juramento, ahora tengo un propósito inmediato, una función que desempeñar...
Ya está, remediado. Lo he conseguido. No puedo volver a perder los nervios. Más de una vez he visto como un pariente desquiciado a llegado a joder la operación de un paciente, agravándolo, una vez hasta matándolo.
Me llevo las manos a la cara y trato de despejarme, me froto la nuca, y consigo tranquilizarme un poco.
Si al grandullón le ha pasado lo que le ha pasado por un bandazo, ¿cómo estará Theo? Hice lo mejor que pude con su herida, pero tuve muy poco tiempo. Quizá esté peor. No lo sé. Solo sé que si lo pierdo ahora me volveré loca. Necesito ser fuerte. También necesito saber cómo está...
20
ResponderEliminar