Después de sufrir para atravesar el corto trayecto, aquí estamos los tres. Theo ha cogido su mochila, bien equipada, con botiquín incluido (si al final piensa y todo) y está oteando el parque con unos pequeños binoculares.
Finalmente, me los pasa a mí. Parece que el chaval sabe quién es el experto en el tema.
Siguiendo los gritos y la gente corriendo consigo ver al lunático de los disparos. Joder. Es un puto armario empotrado, con armadura blindada digna del mejor antidistrubios y SWAT del mundo, detrás de su furgoneta enorme repleta de municiones y armas. Tócate los huevos.
Le devuelvo los binoculares, indicándole dónde tiene que mirar, más que nada para que sepa a qué se enfrenta. A qué nos enfrentemos.
Micaela está nerviosa, de todos modos, aguanta con estoicismo. Ésta chica tiene los nervios templados en acero.
Theo: Tiene un punto ciego.
Joe: Sí, por detrás. ¿Qué quieres? ¿Que dispare desde el parabrisas?
Theo: Para un coche.
Joe: ¿Perdona?
Theo: Sí, joder, ¿no eres poli? Pues usa esa placa para parar un coche y embestir a ese hijo de puta.
Joe: Eres un maldito loco, y tienes la boca demasiado sucia para ser tan joven.
Está loco. Este chico está loco, es definitivo. Pero, joder, tiene los cojones cuadrados. Ojalá hubiese entrado en el cuerpo conmigo, con un poco de adiestramiento sería un mastín fiel y duro de roer. Total, muchas opciones no nos quedan, y no creo que fuese buena idea acercarme al majareta de la metralleta y pedirle por favor que lo deje estar y que me acompañe a comisaría a prestar declaración...
Me acerco a uno de los tantos coches que hay parados en la calzada con un conductor histérico al volante. Premeditadamente, voy a un coche ocupado sólo con una persona.
Toco a su ventanilla, enseñándole la placa, y él baja la ventanilla.
Hombre: ¿Qué quiere, agente?
Joe: Su coche.
Hombre: ¿Qué? ¿Está usted loco?
Joe: Mira, majadero, si digo que quiero tu coche, es que quiero tu coche, así que no me toques más las pelotas, ¿estamos?
Abro de un tirón la puerta y le lanzo al suelo, a lo que responde con un quejido.
Joe: No te habría tirado al suelo si hubieses llevado el cinturón, capullo.
Les indico con un gesto que suban al coche mientras les espero al lado de la puerta abierta. Micaela sube detrás y Theo hace el amago de subir como conductor. Ahí te has pasado, chico.
Joe: Conduzco yo.
Theo: Pero...
Joe: Conduzco yo. He parado el coche yo, pues conduzco yo. Además, tu no puedes perder un maldito segundo en buscar ese jodido bolso que tanto ansias, cuando choquemos, bájate y búscalo por los alrededores.
Theo: ¿Los alrededores? ¿Sabes lo jodidamente grande que es el puto parque?
Joe: ¿No querías el bolso? Pues búscalo
Theo: ¿Y eso que has dicho antes de tener la boca sucia?
Joe: Ya soy mayor para esas cosas.
Una vez estamos todos en el coche les obligo a abrocharse el cinturón de seguridad, no me gustaría ver sus caras destrozadas en el parabrisas por el choque. Va a ser demencial.
Joe: Ahora veréis cómo hacemos las cosas en Canadá.
Enfilo hacia la furgoneta de ese chiflado, acelerando todo lo que puedo para que la embestida sea brutal, y rezando para no desviarme por el camino.
jueves, 20 de agosto de 2009
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Una cosa... como saben que el bolso esta en central Park... más que nada por que no lo mencionas antes...
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