Avance Informativo
*****encabezado musical*******
Hace varias semanas que hablamos de ello pero al fin tenemos noticias claras del asunto que a todos nos preocupa.
Como todos hemos comprobado desde hace varias semanas, a aparecido en el cielo una nueva fuente de luz, el "nuevo sol" como se le denominó en todos los noticiarios. Día a día lo hemos visto crecer desde el tamaño de una estrella intrusa más hasta el tamaño actual semejante al de la luna.
Tras filtraciones en las comunicaciones de máximo secreto entre gobiernos, se ha sabido que dicha luz procede del reflejo de la luz solar sobre un cometa y su estela que se dirigen, de manera infranqueable, hacia la tierra. Los gobiernos -se sabe también a través de la filtración- han firmado un acuerdo global de "desarme" en el cual van a lanzar todos sus misiles y armas más destructivas a la cabeza del cometa.
Parece ser que se han ubicado lanzaderas a lo largo de todas las zonas del meridiano del ecuador para lanzar misiles incansablemente durante todo el tiempo, sea cual sea la posición de la tierra respecto al cometa. Por lo visto se han ubicado en Africa Central, Venezuela, CostaRica, El Salvador, Nicaragua, Perú, la zona inferior de Asia, Japón y desde estaciones petrolíferas del oceano Pacífico, Atlántico e Índico.
La iglesia a proclamado que todos sus obispos, párrocos y devotos han hecho voto de silencio, salvo su señoría el Papa que trasmitirá misas y discursos varias veces al día desde un nuevo canal ubicado especialmente para estos días. Desde aquí pedir a la población que haga acopio de elementos de primera necesidad por lo que pueda suceder.
Seguiremos informando.
Como todos hemos comprobado desde hace varias semanas, a aparecido en el cielo una nueva fuente de luz, el "nuevo sol" como se le denominó en todos los noticiarios. Día a día lo hemos visto crecer desde el tamaño de una estrella intrusa más hasta el tamaño actual semejante al de la luna.
Tras filtraciones en las comunicaciones de máximo secreto entre gobiernos, se ha sabido que dicha luz procede del reflejo de la luz solar sobre un cometa y su estela que se dirigen, de manera infranqueable, hacia la tierra. Los gobiernos -se sabe también a través de la filtración- han firmado un acuerdo global de "desarme" en el cual van a lanzar todos sus misiles y armas más destructivas a la cabeza del cometa.
Parece ser que se han ubicado lanzaderas a lo largo de todas las zonas del meridiano del ecuador para lanzar misiles incansablemente durante todo el tiempo, sea cual sea la posición de la tierra respecto al cometa. Por lo visto se han ubicado en Africa Central, Venezuela, CostaRica, El Salvador, Nicaragua, Perú, la zona inferior de Asia, Japón y desde estaciones petrolíferas del oceano Pacífico, Atlántico e Índico.
La iglesia a proclamado que todos sus obispos, párrocos y devotos han hecho voto de silencio, salvo su señoría el Papa que trasmitirá misas y discursos varias veces al día desde un nuevo canal ubicado especialmente para estos días. Desde aquí pedir a la población que haga acopio de elementos de primera necesidad por lo que pueda suceder.
Seguiremos informando.
*****encabezado musical*******
La alarma de mi radio-despertador me despierta con esa genial noticia. Vaya por Dios, qué maravilla.
En breves la ciudad se llenará de chiflados, predicadores y demás escoria social. Seguro que en un par de horas será prácticamente imposible bajar a la calle.
Mientras me ducho decido no afeitarme, ¿qué más dará un poco de barba? Todo este maldito asunto me ha pillado con la nevera vacía. Ojalá Holly estuviese aquí...
Desde la ventana puedo ver la maldita cola del supermercado. Demonios, debe de estar todo acabándose a un ritmo demencial. Si quiero comer algo decente en los próximos días será mejor aprovisionarme ya, conozco estas situaciones.
Enciendo el ordenador, maldito trasto, la tecnología terminó con la pizza congelada, y entro en Google (mi hijo hizo no-se-qué para que saliese solo al encender el trasto del demonio antes de irse), a ver si encuentro la página del supermercado.
Bingo. Dos horas más tarde, habiendo desayunado los restos de la cena de anoche (comida china, mi médico me va a matar), tengo listo el pedido de comida y algo de agua mineral, además de una buena botella de bourbon. Si se va a acabar el mundo, que lo dudo, prefiero hacerlo con clase.
Será cosa de vestirme, el uniforme está arrugado, pero, qué demonios, tampoco estoy afeitado. Llevo la placa, mi Zippo (creo que está medio cargado, pero tampoco lo uso tanto como para mirar cada dos por tres cómo va de combustible), y a Joyce.
¿Qué cojones? Mierda, la pequeña Joy está descargada desde hace una semana, ni me acordaba. El sargento me dió una nueva dirección donde encargar más municiones. Está bien, volveré a lidiar con ese maldito trasto.
Media hora más tarde queda apenas una hora para que llegue mi encargo del supermercado a casa y me han informado de que ya puedo recoger mis municiones en comisaría. También es normal, sólo he pedido tres cargadores y hay de sobra en la armería.
Antes de bajar a la calle miro el panorama por la ventana. Joder, está a rebosar de lunáticos. Se está descontrolando a un ritmo demencial, al menos en ésta zona. La comisaría está a una manzana de mi casa (en Madison Avenue, cruce con la 26), así que, aunque empujando, puedo ir a pie. El uniforme hace mucho entre el populacho.
Una vez allí, esquivo a tantos compañeros como puedo. Gracias al cielo que todas las centralitas están a rebosar de mensajes y yo no estoy de servicio. Me dirijo a la armería, donde me espera Riggs, uno de los pocos tipos decentes en todo este puto antro.
Riggs: Rockatansky, cuánto tiempo sin verte, cariño.
Joe: Vete a la mierda, Marty, ya sabes que te quiero sólo por tus armas.
Riggs: Oh, vaya. ¿Sólo deseas mi gran cañón?
Joe: No te pases, chico. Aunque de mente abierta, sigo siendo un viejo, y hay cosas a las que nunca me acostumbraré.
Riggs: Ya, como a navegar por Internet, ¿no? Te he visto, has estado media hora dando vueltas sóo en la página principal.
Joe: Antes todo era más fácil. Llamabas por teléfono y te lo apuntaban en una lista. Como en la cuenta del bar.
Riggs: Sí, claro...
Saca mis tres cargadores y me los da. Inmediatamente pongo uno en Joyce y la amartillo.
Riggs: ¿Sabes que han salido nuevos modelos desde el Pleistoceno?
Joe: Riggs, cuando lleves tantos años como yo en el cuerpo con la misma pistola, aprenderás a amarla como a tu misma esposa. Ésta preciosidad es mi amuleto de la suerte. Me ha hecho esquivar balas.
Riggs: Lo que tú digas. Oye, Joe, las cosas se están poniendo feas allí afuera. Te he hecho un regalo, para que un hombre... mayor como tú no se sienta desvalido.
Joe: No me jodas, Marty...
Saca una caja bastante grande y me la pasa. Está envuelta en ese feo papel marrón del servicio de correos.
Riggs: No lo abras hasta que estés en casa, ¿vale?
Joe: Venga, Marty, nos vemos. Y a ver si sientas la cabezas y te casas...
Riggs: ¡Adiós, grandullón!
Que me aspen si no me cae bien ese chaval cabrón. Qué hijoputa es. Su regalo es un equipo antidisturbios. Concretamente el equipo antidisturbios que todo poli está obligado a tener en su casa (sí, como el jefe Wiggun de Los Simpsons) y llevar en caso de emergencia. Yo siempre me he negado a tenerlo, nunca me van a querer de antidisturbios y tener eso en casa es malgastar el dinero de los contribuyentes.
Llaman a la puerta, mi compra ya está aquí. Pago al chaval de los recados y lo coloco todo en su sitio. Creo que veré alguna película de las que alquilé ayer...
En breves la ciudad se llenará de chiflados, predicadores y demás escoria social. Seguro que en un par de horas será prácticamente imposible bajar a la calle.
Mientras me ducho decido no afeitarme, ¿qué más dará un poco de barba? Todo este maldito asunto me ha pillado con la nevera vacía. Ojalá Holly estuviese aquí...
Desde la ventana puedo ver la maldita cola del supermercado. Demonios, debe de estar todo acabándose a un ritmo demencial. Si quiero comer algo decente en los próximos días será mejor aprovisionarme ya, conozco estas situaciones.
Enciendo el ordenador, maldito trasto, la tecnología terminó con la pizza congelada, y entro en Google (mi hijo hizo no-se-qué para que saliese solo al encender el trasto del demonio antes de irse), a ver si encuentro la página del supermercado.
Bingo. Dos horas más tarde, habiendo desayunado los restos de la cena de anoche (comida china, mi médico me va a matar), tengo listo el pedido de comida y algo de agua mineral, además de una buena botella de bourbon. Si se va a acabar el mundo, que lo dudo, prefiero hacerlo con clase.
Será cosa de vestirme, el uniforme está arrugado, pero, qué demonios, tampoco estoy afeitado. Llevo la placa, mi Zippo (creo que está medio cargado, pero tampoco lo uso tanto como para mirar cada dos por tres cómo va de combustible), y a Joyce.
¿Qué cojones? Mierda, la pequeña Joy está descargada desde hace una semana, ni me acordaba. El sargento me dió una nueva dirección donde encargar más municiones. Está bien, volveré a lidiar con ese maldito trasto.
Media hora más tarde queda apenas una hora para que llegue mi encargo del supermercado a casa y me han informado de que ya puedo recoger mis municiones en comisaría. También es normal, sólo he pedido tres cargadores y hay de sobra en la armería.
Antes de bajar a la calle miro el panorama por la ventana. Joder, está a rebosar de lunáticos. Se está descontrolando a un ritmo demencial, al menos en ésta zona. La comisaría está a una manzana de mi casa (en Madison Avenue, cruce con la 26), así que, aunque empujando, puedo ir a pie. El uniforme hace mucho entre el populacho.
Una vez allí, esquivo a tantos compañeros como puedo. Gracias al cielo que todas las centralitas están a rebosar de mensajes y yo no estoy de servicio. Me dirijo a la armería, donde me espera Riggs, uno de los pocos tipos decentes en todo este puto antro.
Riggs: Rockatansky, cuánto tiempo sin verte, cariño.
Joe: Vete a la mierda, Marty, ya sabes que te quiero sólo por tus armas.
Riggs: Oh, vaya. ¿Sólo deseas mi gran cañón?
Joe: No te pases, chico. Aunque de mente abierta, sigo siendo un viejo, y hay cosas a las que nunca me acostumbraré.
Riggs: Ya, como a navegar por Internet, ¿no? Te he visto, has estado media hora dando vueltas sóo en la página principal.
Joe: Antes todo era más fácil. Llamabas por teléfono y te lo apuntaban en una lista. Como en la cuenta del bar.
Riggs: Sí, claro...
Saca mis tres cargadores y me los da. Inmediatamente pongo uno en Joyce y la amartillo.
Riggs: ¿Sabes que han salido nuevos modelos desde el Pleistoceno?
Joe: Riggs, cuando lleves tantos años como yo en el cuerpo con la misma pistola, aprenderás a amarla como a tu misma esposa. Ésta preciosidad es mi amuleto de la suerte. Me ha hecho esquivar balas.
Riggs: Lo que tú digas. Oye, Joe, las cosas se están poniendo feas allí afuera. Te he hecho un regalo, para que un hombre... mayor como tú no se sienta desvalido.
Joe: No me jodas, Marty...
Saca una caja bastante grande y me la pasa. Está envuelta en ese feo papel marrón del servicio de correos.
Riggs: No lo abras hasta que estés en casa, ¿vale?
Joe: Venga, Marty, nos vemos. Y a ver si sientas la cabezas y te casas...
Riggs: ¡Adiós, grandullón!
Que me aspen si no me cae bien ese chaval cabrón. Qué hijoputa es. Su regalo es un equipo antidisturbios. Concretamente el equipo antidisturbios que todo poli está obligado a tener en su casa (sí, como el jefe Wiggun de Los Simpsons) y llevar en caso de emergencia. Yo siempre me he negado a tenerlo, nunca me van a querer de antidisturbios y tener eso en casa es malgastar el dinero de los contribuyentes.
Llaman a la puerta, mi compra ya está aquí. Pago al chaval de los recados y lo coloco todo en su sitio. Creo que veré alguna película de las que alquilé ayer...
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