domingo, 27 de septiembre de 2009

Primer contacto

Kenneth y yo subimos pesadamente las escaleras. Dejamos que la luz de los dos soles nos ciegue momentáneamente mientras caldea el sudor frío que recubre nuestra piel. El humo del cigarrillo se arremolina en mis pulmones, noto un poco de flema al final de mi garganta, el sabor del tabaco me inunda la boca.
Podría decirse que me he preparado para lo peor.
Y un cuerno.
A nuestro alrededor, todo es quietud. Nos miramos incrédulos, tenemos miedo de pronunciar una sola sílaba y romper ese mágico hechizo que lo mantiene todo en calma. Hace nada, todo eran coches disparándonos, persiguiéndonos y tratanto de matarnos. Ahora los sonidos más fuertes son los de nuestros pies cansados.
Joe: Tócate los cojones...
Y mi susurro rompe la magie. A lo lejos se oye el chirriar de la goma quemada al coger una curva a gran velocidad, y al parpadear el sonido ya no está a lo lejos, sino que se materializa en un coche patrulla destrozado, carente de cristales, con un conductor cubierto de sangre fresca conduciendo desquiciado. Se me para el corazón, parece ser que uno de esos hijos de puta a los que dimos por muerto ha decidido vengarse de nosotros...
Antes siquiera de mover un sólo músculo para intentar ponernos a cubierto, huir, esquivarle o bailar un jodido charlestón, el coche da un bandazo temerario y desaparece por una calle secundaria, haciendo caso omiso de la extraña pareja que formamos.
Una vez más, nuestras miradas se encuentran, confusas. Alguien me llama al móvil, noto la vibración de ese maldito cacharro. Me llevo la mano al bolsillo y recuerdo que nunca he tenido un trasto de esos.
No está vibrando un móvil.
Está vibrando el puto suelo.
Miro en la dirección de Central Park, por la que ha venido el coche, y empiezo a distinguir una nube de polvo ascendente y un rugido ronco. Segundos más tarde, empiezan a delinearse figuras humanas desgarbadas a la carrera y un olor dulzón y nauseabundo me azota la pituitaria.
La colilla humeante cae de mis labios cuando mi boca se abate por la impresión. Todo parece ocurrir a cámara lenta. Decenas de andrajosos corren hacia nosotros. No hacen distinción de clases, los jirones que llevan de ropa antes pertenecieron a monos de trabajo, trajes y corbatas, uniformes de camarera, incluso pijamas.
Ahora que están más cerca sé por qué corren de manera tan desgarbada, por qué el olor a podrido embota mi nariz...
A todos les faltan trozos de carne.
Hay quien tiene un ojo colgando, a quien le falta media cara, incluso un tipo sin piernas está aferrado a una señora mayor que corre demasiado para alguien con los tobillos tan gruesos; uno de ellos se tropieza con sus propias tripas y es engullido a pisotones por la multitud, otro empuña su propio brazo como una porra...
El Infierno a venido a Nueva York.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Confesiones femeninas

Nos tomamos un minuto de descanso. Sólo uno. Nuestros cuerpos destrozados necesitan varias horas más, pero sabemos que sólo podemos alargar ese minuto unos pocos segundos. En mi corazón hay un poso amargo, cimentado por la sombra de Joe alejándose y Theo apoyado a mi lado respirando cada vez más pesadamente.
Es como si todo el mundo que me importa a mi alrededor su esté alejando deliberadamente de mí.
Apartándose un mechón sudoroso de la frente, la mujer que acompañaba a Joe en el coche se acerca a mí y se apoya en la pared a mi lado, con un pie en la pared y los brazos cruzados. No dice nada, apenas me dedica una mirada fugaz, y finalmente suspira.
Dana: Ese Joe parece un buen hombre.
Micaela: De los mejores.
Dana: Me llamo Dana. Te he visto cuidando de los heridos, pareces buena en ello.
Micaela: En fin, mi vida dependía de ello - lejos quedan ahora los tiempos entre asépticas paredes blancas - Soy cirujana. Me llamo Micaela. Y él es Theo - cruzamos una sonrisa nerviosa aunque cómplice, de esas que sólo entendemos las mujeres - ¿Te han dicho alguna vez que te pareces a Linda Hamilton?
Dana: No me he cruzado en mi vida con mucha gente a la que le guste el cine, aunque Linda Hamilton... - hace un intento de mueca cómica de desagrado, aunque el cansancio quiebra sus gestos - Es un poco marimacho, ¿no?
Micaela: Mujer, al menos es más femenina que Seagourney Weaver. Además, me refería a Linda Hamilton de joven.
Dana: En fin, mientras no venga nadie preguntando por Sarah Connor me parece bien.
Reímos a gusto. Por primera vez desde que me escondí en ese oscuro y frío armario. Parece mentira que en apenas dos frases Dana se haya convertido en mi mejor amiga, pero en estos momentos, en los que podemos morir en cualquier momento, quizá lo mejor sea acelerar las relaciones humanas, experimentar la vida lo más rápido posible para no dejar escapar una única sensación, buena o mala, antes de exhalar el último aliento.
Theo: Dana... - masculla con voz gutural - Perdona la indiscreción, pero... ¿Quién cojones es la china?
Dana: Lo primero, hombrecillo desconsiderado, es japonesa, no china, y recuérdalo porque no se llevan muy bien. Como vosotros los yankees con los canadienses.
Theo: ¡Eh, que yo con Joe no tengo ningún problema!
Micaela: Descansa un poco, cielo - le digo mientras acuno su cabeza sobre mi hombro, mesándole los cabellos sucios - Si te enervas demasiado puedes recaer.
Dana: El caso es que Kiram - mira inquisitivamente a Theo -, que vendría a ser "la china", es una buena amiga mía. Nos conocimos en la base militar de... - hace una pausa, mirando hacia el vacío, más allá de donde estamos cualesquiera de nosotros, hasta que niega con la cabeza - Es igual. El caso es que vino un hombre cojo, siempre acompañado de su bastón, y nos dijo de buscar la maldita cinta en Central Park. Digamos que nos dio las pruebas necesarias para creerle.
Theo abre los ojos como platos y boquea unos segundos, tratando de recuperar el aire que ha escapado de sus pulmones a causa de la sorpresa.
Theo: ¡A mí también me ocurrió lo mismo!
Se dobla sobre sí mismo y se agarra el pecho. Su respiración suena borboteante, parece que algo de líquido se le ha colado en los pulmones. ¡Maldita sea! ¡No puedo perderte, Theo! ¡Ahora no!
Le obligo a ponerse recto y respirar hondo, tengo que ayudarle a controlar el ritmo de sus inspiraciones. Por el sonido, parece que apenas se ha colado líquido en sus pulmones, seguramente se drenará solo si puede estarse un rato respirando con tranquilidad.
Micaela: No te conviene hacer esfuerzos - lo ojos se me empañan ante la posibilidad de que Theo desaparezca entre las sombras como Joe - Tienes que seguir vivo, ¿vale? Tienes que seguir a mi lado...
Theo no dice nada. Solo me mira. No necesito que me diga nada, en sus ojos enrojecidos está todo lo que necesito saber. Este capullo gruñón haría lo que fuese por mí, más de lo que nadie haya hecho jamás por alguien como yo.
Dana: Y respecto a Joe... ¿Hace mucho tiempo que le conocéis?
Micaela: ¿No te queda un poco mayor, Dana?
Se sonroja, no sabe qué decir, tartamudea e intenta decir tacos un par de veces, pero todo queda en su garganta. Con un bufido, se aleja de nosotros.
La otra chica que iba con Joe en el coche llama nuestra atención dando un par de palmadas. Es joven, pero tiene la determinación de un tigre. También tiene un aspecto latino, como yo, pero seguramente ella se ha criado en un ghetto, ha conocido el peligro de las calles desde muy joven, y sabe cómo hacerle frente a la vida, especialmente si la vida empuña una pistola.
Erin: Vale, gente, escuchadme. Me llamo Erin. Mi padre es el jefe de policía del estado. Y tengo algunas cosas que contaros...

domingo, 13 de septiembre de 2009

Algunas respuestas

Nuestros pasos resuenan sobre el duro suelo. Resulta muy curioso y a la vez estremecedor ver la parada del metro completamente vacía. Apenas un par de horas antes las calles eran un hervidero de almas en pena, paranoides y sobreexcitadas, ¿a dónde demonios habrán ido a parar?
Joe: Kenneth - caminaba delante de mí con seguridad, siempre alerta - Necesito preguntarte un millón de cosas, joder.
Kenneth: Baja la voz, viejo - no es un insulto, es más un "mote de poli", lo noto en la inflexión de su voz grave - No te garantizo gran cosa, pero pregunta lo que quieras. Mientras no preguntes por mi madre - se gira hacia mí y me dedica una sonrisa socarrona y cómplice.
Joe: Bien, pues... Empezaré por la más sencilla que se me ocurre... - diablos, tengo que aclarar mis pensamientos para conseguir sacar las palabras adecuadas - ¿Por qué coño estamos en el jodido metro?
Kenneth: Dos paradas más adelante se puede salir a la mismísima puerta de RockTV, y no sabemos qué cojones puede pasar ahí afuera...
Joe: ¿Un cuello de botella? ¿Te refieres a eso?
Kenneth: Sí, sí. El terreno del metro es más estrecho, al menos más estrecho que el puto Central Park - escuoe a un lado, como maldiciendo lo ocurrido, y relaja un poco el paso - Aquí los obligamos a pasar por un terreno estrecho, como los putos espartanos.
Joe: O los terroristas de La Jungla de Cristal 2...
Kenneth: Pero aquí somos los buenos, viejo.
Reímos por lo bajo, una risa ronca, que muere en nuestra garganta, como si tuviese miedo de ser oída por alguien extraño y malvado.
Kenneth: ¿Algo más, Joe?
Joe: Sí, toda esa mierda de RockTV, la cinta de los cojones, la china loca de la espada, el grandullón, los polis...
Me pone la palma de la mano a pocos centímetros de la cara, quiere que me caye. Se lleva un dedo a los labios y afina el oído, buscando algo que no consigo ni imaginar. A los pocos segundos, una piedrecita se mueve, y una rata cruza corriendo entre nuestras piernas.
Kenneth: Falsa alarma - se enjuga el sudor de la frente y se apoya en la pared, parece que pensar en toda esta mierda a la vez le deje exhausto - Lillith consiguió una cinta, un viejo VHS en plena era del DVD, que, y ésto es lo que pienso yo, no hay versión oficial, contiene algún tipo de prueba que podría afectar seriamente a todos los politicuchos y militronchos de este puto país.
Me hundo contra la pared, por un momento deseo que los azulejos rotos y sucios se abran y me dejen caer hasta las mismas entrañas del planeta, para desaparecer y olvidarme de toda esta mierda de conspiraciones más propia de una película mala.
Kenneth: Evidentemente, los peces gordos no iban a quedarse de brazos cruzados, y empezaron una de las famosas campañas de desinformación. Siguieron el puto manual al puto pie de la letra: difamación de la imagen pública, imposibilitación de contactar con familiares y allegados, ya conoces el procedimiento, es una locura - cerró los ojos unos segundos, tratando de digerir el infierno por el que había pasado la muchacha antes de que sus tripas pasasen a formar parte de la decoración del pasillo - El padre de Erin... - la voz se le quiebra -, la chica que va conmigo, es el jefazo de la policía, creo que tiene hasta lazos en el ejército... - se seca una lágrima que todavía no ha salido - Esa chiquilla es como una hija para mí. Y su padre se la ha jurado por no participar en su juego demencial de poder. Es un puto juego de tronos y nos ha pillado en medio a todos. Erin dice que los polis que nos persiguen son corruptos o falsos, mercenarios con uniformes de broma.
Poso una mano en su hombro, que aprieto en gesto amistoso. Es lo que se hacía en mi época entre hombres. Nos dábamos una palmadita en la espalda y esperábamos a que el otro lo sacase todo. Que se quedase vacío, que se librase de toda la mierda que había tragado. No sé hacerlo de otras forma, así me he criado, hijo de otra época, pero lo entendí perfectamente. Vuelvoí a pensar en Lucy, en Dave... Y en Micaela, que era para mí lo que Erin para Kenneth.
Kenneth: Sobre RockTV, según dice Erin, hombres de cargo intermedio que estaban bajo las órdenes de su padre fueron despedidos forzosamente por estar en contra de toda esta mierda que todavía desconozco. Parece ser que se han reunido en RockTV porque es la emisora más potente en toda el área de los tres estados, y quieren difundir lo que coño sea que haya en la cinta.
Durante unos segundos, reina el silencio, lo único que se puede apreciar es mi respiración pesada, cómo el aire entra y sale de mis pulmones con dificultad. Kenneth me mira, inquiriendo que si tengo alguna duda más, la haga ahora, o más me vale callar en un buen rato.
Joe: Cuando lo de Lillith - asiente, recordando todo el asunto - Saliste tras el asesino, ¿lo cogiste?
Kenneth: Lo molí a hostias en un callejón, si no está muerto está tetrapléjico, el pobre diablo no contaba con que Erin estaba bloqueando la salida con el coche. Fue así como nos enteramos de los polis corruptos y los mercenarios, fue el extremo del ovillo del que Erin fue tirando hasta averiguar todo lo que sabemos ahora - se pone en pie y se alisa la camiseta, dando por finalizada la ronda de preguntas - Y antes de que lo preguntes de nuevo, el grandullón esquizoide debe de haber salido de algún sanatorio militar.
Joe: Me has pillado, Kennet - repongo con fingido derrotismo - Pero permíteme una última pregunta.
Kenneth: Que sea rápida
Se pone en marcha y por un instante me cuesta seguirle los pasos.
Joe: ¿Tienes un cigarrillo?
Ríe y, sin girarse, me alarga un paquete maltrecho que está bastante lleno de cigarrillos arrugados. Me llevo uno a los labios que tiene una cómica forma de "z" y lo enciendo con el zippo.
Dejo que el humo me llene los pulmones, bien podría ser mi último día en este maldito mundo, y empezamos a subir los escalones que nos llevarán de vuelta a la superficie.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Caminos separados

Me zumba la cabeza. Dana se ha acercado a Duncan y le ha dicho algo, no he alcanzado a oir el qué, pero el grandullón parece haberse quedado como domesticado. Pobre diablo chiflado.
Kenneth: El tiempo apremia, creo que la mejor solución es que Joe y yo vayamos a por vuestros compañeros, somos policías con las credenciales para demostrarlo. Con suerte nos podremos acercar a ellos sin levantar demasiadas sospechas y ayudarles o como mínimo, recuperar la cinta. No es un plan perfecto pero creo que es el único mínimamente viable ¿qué decis?
La credenciales no han evitado que me vuelen media oreja. No obstante, joder, no puedo evitar pensar que debe quedar algún puto poli honrado en toda la maldita ciudad.
Quizá esa mierda de cinta sea más importante que toda la mierda de Central Park. Quizá resuelva el misterio del segundo Sol. Quizá revele quién hostigó a Duncan para que perdiese la chaveta y matase a todos los que mató.
Dana: Erin - asumo que es la chica que nos acompañaba en el coche - conoce el camino, así que podeis ir tranquilos. De todas formas, id con mucho cuidado. A pesar de todo, os esperaremos en la emisora a la hora acordada. - y añade una de sus clásicas bromas - No os retraseis contándoos batallitas ¿eh, Joe?
Se acerca hasta mí y me abraza. El acto en sí me coge totalmente desprevenido, lo último que esperaba en medio de todo ese puto infierno es un poco de cariño. Un poco de cariño que ha alegrado el corazón maltrecho de un viejo moribundo...
Joe: No te preocupes, Dana. Me quedan 17 balas y deben de haber como 170 polis en la ciudad. Eso quiere decir que si se ponen en fila india por grupos de 10 podré acabar con todos - me rio ante mi mal intento de hacer un chascarrillo y le doy un toque amistoso en el hombro, como solía hacer con Riggs cuando patrullábamos - Cuida de Micky y de Theo, ¿vale? Parece que vayan a matarse entre ellos en cualquier momento.
¿Por qué coño he dicho eso? Joder, buscaba una frase profunda, algo, no sé, heroico, como de película de acción, y me ha salido un tópico como una casa. Mierda, Joe, te haces viejo...
Joe: Kenneth, tú primero - hago un ademán con la mano para dejarle pasar -, las damas siempre van primero.
Mataría por un cargador extra...

viernes, 4 de septiembre de 2009

'Nam

Apenas Joe se ha tragado las pastillas cuando Theo irrumpe en mitad de la escena con visibles problemas para controlar el volumen de su voz y con su impetuosidad característica.
Theo: ¿¡QUIEN COJONES ERES Y POR QUE HAS EMPEZADO A DISPARAR CONTRA LA GENTE DEL PARQUE!? ¿Por que LLEVAS ESA jodida armadura? ¿QUIEN te envia, EH? ¿¡DE DÓNDE has SACADO todo ese armamento!? ¿Tienes algo que ver con la policía o con esa maldita cinta que tanto persiguen? Vamos, ¡¡¡contesta de una puta vez o te juro que te meteré tantas balas dentro del cuerpo que podrás cagar figuritas de plomo!!!
No me lo puedo creer... Éste chico, cuando no sabe de qué va la película, simplemente se la inventa...
El hombretón nos explica su historia, su historial clínico es ciertamente preocupante y grave.
Gigantón: Antes de alistarme con 15 años en el VietNam, en el último de los reemplazos que se enviaron allí, me llamaba Duncan. Aunque todos me llamaban Mole. - arrastra las palabras con dificultad y pesar - Tras meterme en un túnel en el que dejé mi infancia, mi inocencia, una tonelada de munición y un montón de carne picada me dieron una medalla y todo el equipo, era un héroe, así que me dieron todo aquello para que lo pusiera en una bonita vitrina y lo enseñara en el futuro a mis hijos. No se nada de ninguna cinta...yo, solo estaba en casa mirando la tele y recuerdo mirar la hora y pensar... y pensar que aún faltaban varias horas para la medicación... Recuerdo, al menos conscientemente ver de noche el mismo reloj, con la misma hora y pensar "tenía que pararse ahora"... - sus ojos se quiebran en lágrimas doloridas y sinceras, grandes como puños, potentes como mares - Luego me he despertado en este coche, con esta mierda puesta encima y... y...he...¿he matado a mu-cha gente?
Estando de prácticas visité el Hospital Mental y pude ver fugazmente a los pacientes terminales. Reconozco que no me asustaron ni la mitad de lo que me asusta el hombr... Duncan.
¿Pero qué narices...? ¿Theo sigue apuntándole? ¡Oh, joder! ¡Tiene el pecho lleno de sangre! Se le ha abierto la herida, ¿por qué nunca me hace caso?
Me levanto y, con una furia impropia en mí, cierro el puño y lo estampo contra su cara, haciendo que Theo se siente de nuevo.
Empieza a balbucear algo, pero no le dejo continuar, gruñe cuando hundo los dedos en su herida. Que le den, si no se hubiese movido tanto no le habría pasado nada.
Mierda, tengo que volver a curarlo...

jueves, 3 de septiembre de 2009

Esquizofrenia

Todavía no he dado un paso hacia el coche para ver a Theo cuando una enorme bota atraviesa la puerta trasera del mismo. ¡Jesús, María y José! ¡El Grandullón Desconocido se ha despertado!
Por puro instinto levanto el arma y lo encañono, forzándome a mí mismo a respirar con regularidad para no exaltarme demasiado. Mantengo en todo momento el cañón apuntando a su cuello, ese pequeño gran punto flaco que casi le cuesta la vida.
Sin embargo, su reacción me sorprende: se lleva las manos detrás de la cabeza...
Grandullón Desconocido: ¿Qué... he hecho? - agita la cabeza para despejarse, o algo por el estilo - ¿No tendréis un poco de Abilify, Zyprexa...?
Antes siquiera de que termine de entender el significado de sus palabras, que, obviamente, significan mucho más de lo que aparentan, Micaela corre a su lado con mis pastillas en la mano. Puedo ver dónde han ido a parar las mangas de su blusa: son vendas improvisadas para las heridas del Grandullón.
Joe: ¡De rodillas! - Joder, no pienso dejar que ésto se vuelva a salir de madre - Micaela, ten cuidado, por el amor del... ¡Eh, tú, he dicho que de rodillas!
Con un sonido chirriante se hinca pesadamente de rodillas, quedando su cara a la misma altura que la de Micaela. Claro que la chica está de pie...
Con movimientos seguros, Micaela retira la máscara del Grandullón, revelando los rasgos de un afroamericano fornido, con ese punto bonachón que tienen todos los psicópatas y majaderos antes de destriparte. No me hace ninguna puta gracia que Micaela esté tan cerca de él. Abre el frasco y le mete dos de mis pastillas en la boca, que traga con rapidez.
Joe: Micaela, no me jodas, ¿qué coño haces? ¿Tienes idea de lo que valen esas pastillas?
Micaela: ¡Cállate, Joe, por favor! - se encara contra mí, sin dejar de tocar el hombro del hombretón - ¿Acaso no has oído lo que ha pedido? El Zyprexa Velotab se utiliza para tratar enfermedades con síntomas como oír, ver o sentir cosas irreales, creencias erróneas, suspicacia inusual y tendencia al retraimiento. Quienes necesitan ésta medicación también son propensos a sentir euforia y poca o ninguna necesidad de dormir.
Tus pastillas son un compuesto químico derivado de los opiáceos creadas para ejercer un efecto narcotizante sobre tí cuando tu corazón se acelera demasiado, consiguiendo que vuelvas a tener un pulso regular porque, prácticamente, te duerme a base de drogas duras.
A largo plazo no servirá, pero, por el momento, podemos sustituir su medicación por una dosis doble de tus medicamentos para, simplemente, mantenerlo calmado y, con suerte, dormido. Mientras se encuentre en éste estado será prácticamente consciente y dominador de sus capacidades mentales, no así como las físicas, evidentemente.

Así por encima he entendido entre una puta mierda y nada. Que haya pasado media vida en hospitales no significa que conozca su jerga. Creo que mi cara deja translucirlo lo suficiente, porque Micaela pone los ojos en blanco y empieza a contar la versión para tontos.
Micaela: Éste hombre sufre fuertes alucinaciones, puede que sea un caso grave de esquizofrenia debido a los medicamentos que dice necesitar. ¡Es como si tuviese una doble personalidad! Lo que necesitamos es tenerlo calmado, un punto más allá de sedado pero sin dejar que se duerma. Sólo así podremos garantizar que no recaerá y podrá hablarnos como una persona perfectamente sana. Eso sí, apenas podrá moverse, de modo que será una carga...
Joder... De manera que sí que es un chiflado... Pero no un chiflado cualquiera, un chiflado de los de verdad, de esos a los que la cabeza no les funciona bien en serio... ¡Mierda, podría alegar enajenación mental y librarse de todo! A veces odio el sistema jurídico, por muy chiflado que estés sigues siendo responsable de tus actos, de una manero o de otra...

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Final abrupto

Y tan pronto como empezó, se acaba todo. Kenneth encara el coche contra la salida de una estación de metro, lo cual me hace blasfemar como nunca lo he hecho en toda mi puñetera vida, Theo le sigue destrozando todo el lateral de su coche. Cómo se nota que no tiene que pagarle al seguro.
Joder, ha sido una buena carrera, me duele el pecho a rabiar. Por aquí discuten si irnos o recoger a los rezagados. Me cago en la puta, es una decisión difícil, sobretodo porque, hasta el momento, no tenía ni puta idea de que habían rezagados..
Para garantizar la seguridad de la cinta deberíamos volver, aunque a mí, personalmente, la cinta empieza a importarme un huevo. Me preocupa más la china, es una testigo ocular y ayudante que debo presentar en el juicio contra el Grandullón Desconocido.
Por otro lado, si ya me han volado media oreja con sólo tres coches patrulla, no quiero ni imaginarme lo que me puede pasar ahora que sólo tengo un cargador y estoy cansado contra todas las putas fuerzas automovilísticas de la policía. ¿Cómo puede haberse podrido todo el cuerpo en tan poco tiempo?
Joe: Lo primero es lo primero - me dirijo a todo el mundo - Pasemos lista, que cada cual diga nombre y estado. Yo, Joe Rockatansky, jodido. El agente Kenneth, la sargento Dana y Erin... ¿Tú eres Erin, verdad? - asiente - están en buen estado, mejor que el mío. ¿Y vosotros?
Saco de nuevo el frasco de las pastillas, está a punto de darme otro ataque y quiero que me pille prevenido.
De entre la multitud surge Micaela, con la blusa rota y pegada al cuerpo por el sudor, el cabello enmarañado y una nota de furia en la mirada. Está más guapa que nunca.
Micaela: Micaela Estévez - me mira directamente mientras avanza con paso decidido -, a punto de tener un esguince en el pie de la patada en el culo que te voy a dar.
¡Me cago en Dios! De un manotazo, me arranca el frasco de la mano, y con un aspaviento tira la pastilla que ya había sacado al suelo. ¿Pero qué coño le pasa? ¿Se ha vuelto loca?
Micaela: ¿Estás loco, Joe? ¿Es eso? ¿Te has vuelto completamente majareta? - me regaña como una madre recriminando alguna mala acción a su hijo - ¡Apenas hace una hora que te has tomado una pastilla! ¿O es que se te ha olvidado el "pequeño incidente" de Central Park? ¡Joder, Joe, si te tomas otra ahora vas a reventar!
Realmente no tengo palabras. En mi mente se cruzan imágenes de Lucy y de Holly al mismo tiempo. Hacía tiempo que ninguna mujer me regañaba así, y era porque ninguna de ellas estaba cerca de mí. Me doy cuenta, con una punzada de melancólico dolor, lo mucho que ellas se preocuparon por mí, lo mucho que les hice sufrir por desempeñar la labor de agente de la ley, y me doy cuenta de lo mucho que Micaela se preocupa por mí, ya sea por el código moral de los médicos o porque ésta chiquilla de vitalidad emergente me ha cogido cariño.
La miro a los ojos y, tragándome las lágrimas, no puedo sino abrazarla.
Joe: Tienes... Joder, tienes toda la razón del mundo... Yo... Lo siento, Micaela ¿vale? Lo siento... - la separo de mí, ella también tiene los ojos enrojecidos - Me recuerdas tanto a mi hija Lucy...
Micaela: Ojalá hubiese tenido un padre como tú...
Sus preciosos ojazos azules se clavan en mí, entran bien profundo en mi alma. Que me aspen, pienso proteger a toda costa a ésta chiquilla, no importa si muero. Sé que si me pasa algo encontrará a mi familia y cuidará de ellos. Quizá... Quizá incluso deje a Theo...
¡Joder! ¿¡Pero en qué estás pensando, viejo verde!? ¡¡¡Mierda!!! ¡¡¡Theo!!! ¡Una bala le atravesó!
Joe: ¡Theo! - zarandeo sin querer a Micaela - Micky, Micaela, ¿cómo está Theo? ¿Se ha hecho daño en el coche? ¿Está bien?
Ese bastardo a recibido una bala por mí, y eso es algo que cualquier buen poli sabe reconocer como hazaña de héroe y agradece de todo corazón. Además, hay un cierto sentimiento de deuda con él, prácticamente le arrastré a mi lado en mi afán por querer hacer las cosas bien pero a solas. Le debo, como mínimo, mi preocupación.
Micaela: Theo está bien. Es un hombre fuerte. Además, no pienso dejar que se me muera ahora, tiene que protegerme, a fin de cuentas, soy la médico de ésta zona, ¿quién os remendaría si no estuviese yo?
Mujer, pues Dana, siendo Sargento, algo debe de saber... Pero no pienso quitarte ni el mérito ni el reconocimiento, si eso te hace sentir mejor, Micky, lo dejaré estar. Te lo mereces.
Aunque halla sido en mi cabeza, ésa a sido la segunda vez que he llamado a Micaela por el mote cursi y hortera que su novio le puso. ¿Qué cojones me está pasando? No puedo creer que me esté amariconando en medio de ésta situación... Ah, Joe... ¿Qué diría Holly si te oyese decir esas palabrotas? Seguramente algo como "los homosexuales son gente normal y corriente, retrógrado gruñón", y tendría toda la razón del mundo. Pero no dejo de ser un viejo, Holly, y como viejo, todavía hay cosas que me cuesta aceptar. Además, ya no te tengo a mi lado para que me ayudes a adaptarme a los nuevos y locos tiempos...

martes, 1 de septiembre de 2009

Mujer moderna

Apenas me he recuperado de la locura acaecida segundos antes cuando Dana ya empieza a bromear.
Dana: ¡Bueno, Joe, vamos empatados! ¿Quieres apostar a ver quién abate al último?
El humor banaliza los problemas y mantiene la cabeza en su sitio...
Joe: Chica, no deberías meterte con gente como yo. – y yo, por supuesto, no puedo evitar seguirle el juego.
Dana: ¿Eso es que no te atreves a apostar? – y añade fingiendo un tono lagrimoso - Bueno, entonces me encargaré yo solita del último. – la verdad es que si sacasen una foto del puchero que acaba de dedicarme, seguramente se llevarían algún premio.
Joe: No, decía que no deberías meterte con los canadienses. – no puedo evitar sonreír.
Dana: ¿Canadiense? Eso explica tu sentido del humor. – sonríe, se lo está pasando en grande a pesar de todo, aunque mi orgullo canadiense está un poco herido... Qué demonios, sólo se vive una vez...
Joe: ¿A que eso no te atreverías a decírselo a Lobezno? – llegados éste punto, la risa es incontenible. Recuerdo a mi hijo Dave enseñándome sus cómics y diciendo “mira, papá, éste es canadiense, como tú... Pero seguro que tú le ganas” Entonces tenía diez años, y a día de hoy todavía le siguen gustando esas malditas historietas. Ahora no sé si me río por humor o por histeria. ¿Cómo deben de estar mis hijos?
Dana: Bueno, debeis ser más o menos de la misma edad así que... – ese comentario sí que me ha sacado de mis ensoñaciones. Una cosa es que te llamen canadiense, que lo soy, y otra que te llamen viejo, que también lo soy, pero no sienta bien.
Joe: Eso ya no te lo permito, jovencita, ¿acaso tus padres no te enseñaron modales? – y, sin embargo, aquí me encuentro, forzando en un intento cómico la voz para imitar el tópico de los ancianos. Algo no funciona bien en mi cabeza, pero me encanta...
Dana: ... – un silencio incómodo, los odio - Sí, mi padre... me enseñó modales y me alistó en el ejército. – de manera que es una de esas “mujeres modernas” que montan una Kalashnikov en menos de treinta segundos - Allí aprendí más sobre el respeto a los galones – se queda momentáneamente parada, como soñando despierta -, pero creo que la situación requiere cierta camaradería, ¿no cree, Señor? – y vuelta a las imitaciones, ésta vez toca un militar.
Jamás imaginé que, en una situación en la que polis infiltrados, corruptos o falsos quisiesen volarme la cabeza, me pondría a bromear en la parte trasera de un coche patrulla, seguramente robado. Pero, eh, lo que es de la poli, es de todos los polis.
Joe: El ejército sólo sirvió para echar a perder a Elvis – me rio ante mi gran frase de señor mayor - Menos mal que me libré de Vietnam. - todavía hay personas que creen que me metí debajo de aquel camión aposta para que me partiese las piernas - Pero sí, tienes toda la razón, "cadete" – la mirada de ironía se me escapa sin querer - , dos cabezas piensan mejor que una, y dos pistolas abren más agujeros que una. – alzo a la pequeña Joyce, todavía humeante y tibia al tacto. Como una mujer de verdad.
Dana: Pues entonces más disparar y menos hablar... y es "Sargento", señor. – me sonríe, de todos modos, si se ganó ese puesto, hay que respetárselo. Debe de tenerlos bien puestos si ha llegado hasta sargento siendo mujer, con todo el machismo que queda en el mundo. Dios santo, hasta yo llego a ser machista muchas veces, o eso decía Holly, y Lucy, y la Señora Geller, y... Mejor dejarlo estar...
Joe: Lo que tú digas, chica... Perdón, "Sargenta"... – vuelvo a reírme.
Dana: ¿Otra vez a la de tres? – ella responde también con risas, no sé exactamente si porque le he hecho gracia o porque todavía se está riendo de mí a causa de la misma pregunta que me hizo antes.
Joe: ¡Espera, espera! ¿A la de "tres" o a la de "ya"? Créeme, es importante, al menos para mí. – joder, y tanto que lo es, como que puede ocurrir cualquier cosa si no se hace bien...
Dana: ¿Qué prefieres? – su sonrisa, amplia, mostrando todos los dientes, como si fuese un tiburón, debería de haberme avisado de que tenía alguna jugarreta preparada...
Joe: Por mí, que sea a la de "tres". Ya sabes, - marco cada paso con un movimiento de la cabeza, sólo para auto afirmarme en mi explicación - una, dos y tres.
¡BLAM! ¡BLAM! ¡BLAM!
Aquí está la jugarreta, justo cuando digo “tres” empieza a disparar. No se puede decir que no me haya hecho caso. Joder, me pregunto cuánto tiempo ha estado pensando en hacerme esto.
Joe: ¡Esto tiene que ser un chiste! – dos veces en menos de quince minutos, ahora sí que tengo el orgullo canadiense herido.
El aire se llena de humo y el olor a pólvora embota mi olfato, los casquillos vuelan a diestro y siniestro. Joder, éste coche nos está poniendo las cosas difíciles.
¡BLAM! Disparo casi sin pensar ¡BLAM! Sólo espero dar a mi objetivo ¡BLAM! Delante va Theo, dando bandazos como un loco, pero llevando las cosas a buen puerto ¡BLAM! Por aquí la chica también está haciendo un buen trab...
¡YAAAAAARGH! ¡Será hijo de puta! ¡Me ha volado un trozo de oreja! ¡Una puta bala me volado un trozo de arriba de la oreja izquierda! ¡Su puta madre, se va a cagar encima! ¡Va a desear que su madre nunca abriese las piernas delante de su padre!
Salto sobre la ventanilla y disparo hasta que el cargador se acaba. Noto cómo la sangre palpita en mis sienes y, por un instante, un peligroso instante, se me nubla la visión.
El corazón me late desbocado, y eso es peligroso, sobretodo teniendo en cuenta cómo me ha ido el día.
Con un estruendo, oigo cómo el coche patrulla al que disparábamos se estampa Dios sabe dónde, que los jodan, y la amiga de Kenneth sigue a rebufo de Theo. Cristo bendito, sólo espero poder respirar un poco antes de que todo vuelva a enloquecer, o mi corazón no podrá soportarlo.
¿¿¿Cuánto queda para llegar a donde demonios estemos llendo???