martes, 1 de septiembre de 2009

Mujer moderna

Apenas me he recuperado de la locura acaecida segundos antes cuando Dana ya empieza a bromear.
Dana: ¡Bueno, Joe, vamos empatados! ¿Quieres apostar a ver quién abate al último?
El humor banaliza los problemas y mantiene la cabeza en su sitio...
Joe: Chica, no deberías meterte con gente como yo. – y yo, por supuesto, no puedo evitar seguirle el juego.
Dana: ¿Eso es que no te atreves a apostar? – y añade fingiendo un tono lagrimoso - Bueno, entonces me encargaré yo solita del último. – la verdad es que si sacasen una foto del puchero que acaba de dedicarme, seguramente se llevarían algún premio.
Joe: No, decía que no deberías meterte con los canadienses. – no puedo evitar sonreír.
Dana: ¿Canadiense? Eso explica tu sentido del humor. – sonríe, se lo está pasando en grande a pesar de todo, aunque mi orgullo canadiense está un poco herido... Qué demonios, sólo se vive una vez...
Joe: ¿A que eso no te atreverías a decírselo a Lobezno? – llegados éste punto, la risa es incontenible. Recuerdo a mi hijo Dave enseñándome sus cómics y diciendo “mira, papá, éste es canadiense, como tú... Pero seguro que tú le ganas” Entonces tenía diez años, y a día de hoy todavía le siguen gustando esas malditas historietas. Ahora no sé si me río por humor o por histeria. ¿Cómo deben de estar mis hijos?
Dana: Bueno, debeis ser más o menos de la misma edad así que... – ese comentario sí que me ha sacado de mis ensoñaciones. Una cosa es que te llamen canadiense, que lo soy, y otra que te llamen viejo, que también lo soy, pero no sienta bien.
Joe: Eso ya no te lo permito, jovencita, ¿acaso tus padres no te enseñaron modales? – y, sin embargo, aquí me encuentro, forzando en un intento cómico la voz para imitar el tópico de los ancianos. Algo no funciona bien en mi cabeza, pero me encanta...
Dana: ... – un silencio incómodo, los odio - Sí, mi padre... me enseñó modales y me alistó en el ejército. – de manera que es una de esas “mujeres modernas” que montan una Kalashnikov en menos de treinta segundos - Allí aprendí más sobre el respeto a los galones – se queda momentáneamente parada, como soñando despierta -, pero creo que la situación requiere cierta camaradería, ¿no cree, Señor? – y vuelta a las imitaciones, ésta vez toca un militar.
Jamás imaginé que, en una situación en la que polis infiltrados, corruptos o falsos quisiesen volarme la cabeza, me pondría a bromear en la parte trasera de un coche patrulla, seguramente robado. Pero, eh, lo que es de la poli, es de todos los polis.
Joe: El ejército sólo sirvió para echar a perder a Elvis – me rio ante mi gran frase de señor mayor - Menos mal que me libré de Vietnam. - todavía hay personas que creen que me metí debajo de aquel camión aposta para que me partiese las piernas - Pero sí, tienes toda la razón, "cadete" – la mirada de ironía se me escapa sin querer - , dos cabezas piensan mejor que una, y dos pistolas abren más agujeros que una. – alzo a la pequeña Joyce, todavía humeante y tibia al tacto. Como una mujer de verdad.
Dana: Pues entonces más disparar y menos hablar... y es "Sargento", señor. – me sonríe, de todos modos, si se ganó ese puesto, hay que respetárselo. Debe de tenerlos bien puestos si ha llegado hasta sargento siendo mujer, con todo el machismo que queda en el mundo. Dios santo, hasta yo llego a ser machista muchas veces, o eso decía Holly, y Lucy, y la Señora Geller, y... Mejor dejarlo estar...
Joe: Lo que tú digas, chica... Perdón, "Sargenta"... – vuelvo a reírme.
Dana: ¿Otra vez a la de tres? – ella responde también con risas, no sé exactamente si porque le he hecho gracia o porque todavía se está riendo de mí a causa de la misma pregunta que me hizo antes.
Joe: ¡Espera, espera! ¿A la de "tres" o a la de "ya"? Créeme, es importante, al menos para mí. – joder, y tanto que lo es, como que puede ocurrir cualquier cosa si no se hace bien...
Dana: ¿Qué prefieres? – su sonrisa, amplia, mostrando todos los dientes, como si fuese un tiburón, debería de haberme avisado de que tenía alguna jugarreta preparada...
Joe: Por mí, que sea a la de "tres". Ya sabes, - marco cada paso con un movimiento de la cabeza, sólo para auto afirmarme en mi explicación - una, dos y tres.
¡BLAM! ¡BLAM! ¡BLAM!
Aquí está la jugarreta, justo cuando digo “tres” empieza a disparar. No se puede decir que no me haya hecho caso. Joder, me pregunto cuánto tiempo ha estado pensando en hacerme esto.
Joe: ¡Esto tiene que ser un chiste! – dos veces en menos de quince minutos, ahora sí que tengo el orgullo canadiense herido.
El aire se llena de humo y el olor a pólvora embota mi olfato, los casquillos vuelan a diestro y siniestro. Joder, éste coche nos está poniendo las cosas difíciles.
¡BLAM! Disparo casi sin pensar ¡BLAM! Sólo espero dar a mi objetivo ¡BLAM! Delante va Theo, dando bandazos como un loco, pero llevando las cosas a buen puerto ¡BLAM! Por aquí la chica también está haciendo un buen trab...
¡YAAAAAARGH! ¡Será hijo de puta! ¡Me ha volado un trozo de oreja! ¡Una puta bala me volado un trozo de arriba de la oreja izquierda! ¡Su puta madre, se va a cagar encima! ¡Va a desear que su madre nunca abriese las piernas delante de su padre!
Salto sobre la ventanilla y disparo hasta que el cargador se acaba. Noto cómo la sangre palpita en mis sienes y, por un instante, un peligroso instante, se me nubla la visión.
El corazón me late desbocado, y eso es peligroso, sobretodo teniendo en cuenta cómo me ha ido el día.
Con un estruendo, oigo cómo el coche patrulla al que disparábamos se estampa Dios sabe dónde, que los jodan, y la amiga de Kenneth sigue a rebufo de Theo. Cristo bendito, sólo espero poder respirar un poco antes de que todo vuelva a enloquecer, o mi corazón no podrá soportarlo.
¿¿¿Cuánto queda para llegar a donde demonios estemos llendo???

1 comentario:

  1. ¡Va a desear que su madre nunca abriese las piernas delante de su padre!

    xDDDDDDDDDDDDD

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