La gente se arremolina en torno a Erin, quien se aúpa grácilmente en al marco de la puerta de su destrozado coche. La camiseta se le pega, sudada, al cuerpo, revelanto un cuerpo firme y curtido por la experiencia. Se mesa los cabellos para apartar sucios mechones de su cara recogerlo a un lado del cuello, revelando unos músculos fibrosos, apenas perceptibles, lo cual demuestras que es una mujer tan fuerte como hermosa.
Si Theo oyese lo que estoy pensando seguramente porpondría algo perverso...
Erin: Mirad, hay poco tiempo, de modo que no puedo entrar en pequeños detalles, ¿vale? - comprueba de un vistazo que todos la atendemos - Mi padre es uno de los jefazos de la policía, ¿de acuerdo? Y tiene muchos contactos con el ejército, tiene contactos militares que ni tan siquiera el jodido presidente de los Estados Unidos tiene - resopla, fruto del cansancio, mientras se frota la nuca con una mano - El caso es que estaban desarrollando... "algo" Una especia de arma biológica, no sé demasiado bien para atacar a para defender, llamada leprerker - hace una pausa, esperando a engullamos la información - Pero algunos se le opusieron, entre ellos una chica, Lillith - me mira, inquisitiva, y a su mirada la siguen la de todos los demás, Theo me aprieto cariñosamente el brazo, dándome ánimos, contengo una lágrima - Un grupo de cientificos disidentes grabaron clandestinamente una cinta con todo lo relevante del experimento: documentos, pruebas, nombres... Todo.
Kiram: ¿Por qué una cinta VHS? ¿No es mejor un DVD?
La pregunta de Kiram interrumpe todos nuestros pensamientos, era algo que estaba rondando en las mentes de todos los presentes, pero que nadie había conseguido darle forma. Dana tose, al parecer a modo de reprimenda por haber intervenido tan derepente. O quizá porque tenía tos, yo que sé, me estoy desquiciando...
Erin: El VHS no puede ser manipulado, se ha dejado tan de lado esa tecnología que, a día de hoy, es imposible modificar lo que aparezca en el celuloide sin marcarlo y revelarlo como falso - asiente mirando a Kiram, una suerte de prevención ante futuras interrupciones - Lillith tenía contactos en la prensa, por eso le dieron, o le iban a dar, la cinta a ella, la cinta que están buscando Kenneth y... - nos mira a Theo y a mí, ¿qué coño querrá ahora?
Theo: Joe. Se llama Joe.
Joder, claro, buscaba el nombre de Joe, es casi imposible acordarse del nombre de uno mismo en esta situación, maldita sea, me estoy volviendo lenta. Theo me mira preocupado, le dedico una sonrisa zalamera para tranquilizarlo.
Erin: En pocas palabras, gente, todos estáis aquí por error, cada cual con sus miserias personales, pero hay que llevar la cinta a RockTV para difundirla por todos los canales que se pueda. Si alguien quiere quedarse atrás, que lo haga, no quiero ninguna carga con nos...
El rostro se le congela en una mueca de puro terror, parece que el tiempo se haya congelado, veo vapor escapando por entre mis labios. Giro el cuello con violencia, tratando de indentificar qué la está amenazando. Y entonces los veo...
Primero aparece Kenneth, seguido de Joe, los dos corriendo, jadeando como perros apalizados, con la misma mueca desencajada de pánico. Corren hacia nosotros a trancas y barrancas, Joe parece hacerme señas con la mano, "vete de aquí" parece decir, en la otra mano empuña la pistola.
Después aparecen ellos. Un tufo dulzón, como de fruta podrida, irrita mi nariz. Las siluetas desgarbadas de más de una decena de personas empiezan a recortarse contra la luz que viene de fuera. Tiene la piel cetrina, del color de la cera fundida, están empapados en sangre, todos parecen heridos, casi todos muestran alguna mutilación, miembros desaparecidos, rostros medio arrancados, la caja torácica al descubierto...
El mundo se desvanece a mi alrededor, observo cómo Joe se gira aparatosamente sobre sí mismo en su carrera y abre fuego una, dos, tres veces contra el monstruo más cercano, que trata de abalanzarse sobre él con ansia asesina.
Kenneth vocifera algo totalmente indaudible para mí.
Erin empuja a un lado a Duncan.
Theo me agarra firmemente por la cintura y me arrastra con él.
Erin vuelve a salir del coche con algo pesado entre las manos.
Dana parece dar órdenes como un general en primera línea de fuego.
Se desata una tormenta dentro del túnel, los relámpagos iluminan estroboscópicamente la estancia, los aullidos ensordecen ante un rugido demencial, huelo a quemado y me doy cuenta de que Erin está parapetada en el techo de un coche, tumbada cuan larga es, disparando la metralleta de Duncan, su hombro sangrante por los golpes del retroceso, su cabello agitándose como el de una valkiria.
Las balas surcan el aire e impactan con chispazos o chorretones de sangre pocos metros por detrás de los dos policías. Los condenados pronto ven su número seriamente reducido, pero son rápidos, y no caen fácilmente, alguna fuerza demencial les hace seguir avanzando con varios kilos de plomo en sus entrañas.
Theo me obliga a agacharme y me lleva junto a Dana y Kiram, quienes disparan las pocas balas que tienen a través de una ventanilla rota. Tanto Dana como yo somos incapaces de apartar la mirada de Joe, a quien cada vez se le acerca más uno de esos mosntruos. Pronto me doy cuenta de que necesito respirar, estaba conteniendo el aliento.
Kiram lanza el arma a un lado, todavía humeante, y salta sobre el capó, desenfundando una de esas exóticas espadas orientales, la misma que usó en Central Park. Su cuerpo menudo se vuelve borroso cuando empieza a danzar con la muerte, convirtiendo el arma en la extensión metálica de su brazo. Rebana lo poco que queda de aquellos a quienes Erin ha sido incapaz de tumbar, con fría eficacia acaba con los que quedaba, y sacude la katana para despegarle los trozos de carne muerta adheridos.
Sacando fuerzas de la flaqueza, Joe salta hacia nosotros en un último intento por salvaguardarse tras el coche. Veo con horror cómo se golpea aparatosamente contra la chapa maltrecha y cómo todavía queda uno de ellos, medio metro detrás de él, del que nadie parece haberse dado cuenta. Con rapidez inusitada, Joe gira sobre sí mismo, empuña su arma y...
Click
Está descargada, el maníaco se lanza sobre él con la mandíbula desencajada de una boa hambrienta, Joe le golpea con la culata, intenta mantenerlo alejado, pero esos dientes amarillentos, purulentos, cada vez se acercan más a su cansada carne.
Joe: ¡Déjame en paz, por favor!
Impulsándose con ambas manos, Dana salta con la gracia de una gacela sobre el capó, con un aullido que haría estremecerse hasta al mismísimo Diablo, y estampa el talón de bota contra la fea cara del atacante, a quien tumba en el suelo. Gira el rostro con gesto compungido para observar que Joe está bien, sus caras están demasiado cerca para mi gusto, y salta de nuevo sobre el suelo.
Pisa con furia la nuca de eso y, sin mediar palabra, le dispara, desparramando sus sesos por todos el suelo.
Dana: ¿"Déjame en paz, por favor"? - el tono socarrón que le dedica a Joe denota una mayor confianza entre ellos de la que suponía...
Joe: ¿Y qué coño querías que dijese? ¿Klatö Barada Nikto?
Dana tiende una mano que Joe coge sin dudar y le ayuda a ponerse en pie. Una vez más, están demasiado juntos para mi gusto.
Dana: ¿Qué tal "Yippie Kay Yay, hijo de puta"? Te sienta mucho mejor.
domingo, 11 de octubre de 2009
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